Esto que tienes delante de las narices estaba pensado para mis clases. Pero una vez que empecé acabará siendo para 3 personas: para mí (el burro delante), para ti y para mis alumnos (...esos viuda e Hijos). Bueno, no os suelto más rollo, ahí van unos textos que espero os gusten:

23 diciembre 2006

Feliz 2007


Más de 500 visitas!!!

Aunque alguna visita se hizo en clase como parte del trabajo, en un mes escaso 500 entradas me parecen una burrada, una barbaridad. Muchas gracias por pasaros por "mi casa".


A todos vosotros, la ranina de la suerte y yo os deseamos una muy Feliz Navidad. y como me dijeron hace tiempo: que lo mejor del año que termina sea lo normal en 2007. Un abrazo graaaaaaaaaande.

30 noviembre 2006

Francés con ordenadores

Desde hace dos años funciona en nuestro Colegio un programa que se llama Apertura de Centros a la Comunidad: antes y después de las clases ofrecemos talleres, deportes y cursos para todos los chavales, entre otras actividades.

Este año mi compañera Inès y yo nos "pedimos" los más pequeños (tenemos clientes...¡¡desde 3 años!!). Nos lo pasamos mejor nosotros que los enanitos. No encontré la cámara del colegio, pero aunque estén hechas de cualquier manera y con el móvil se ven las caras de nuestros alumnos de "Francés con ordenadores". Ahí van "los afotos":




20 noviembre 2006

Extremoduro

Aquí os presento trocitos de canciones de Extremoduro: uno de los grupos más bestias del rock que yo sepa. Su líder, Robe Iniesta, a la vez puede llegar a ser el poeta más dulce, y si no, a ver quién supera lo de "Ama, ama, ama... y ensancha el alma":

Quisiera que mi voz fuera tan fuerte
que a veces retumbaran las montañas
y escucharais las mentes-social-adormecidas
las palabras de amor de mi garganta!!!

Abrid los brazos, la mente y repartíos
que sólo os enseñaron el odio y la avaricia
y yo quiero que todos como hermanos
repartamos amores, lágrimas y sonrisas.

De pequeño me impusieron las costumbres
me educaron para hombre adinerado
pero ahora prefiero ser un indio
que un importante abogado.


Hay que dejar el camino social alquitranado
porque en él se nos quedan pegadas las pezuñas
hay que volar libre al sol y al viento
repartiendo el amor que tengas dentro


En "Jesucristo Gracía" nos canta:

Y perdí, la cuenta de las veces
que te amé.
Desquicié
tu vida por ponerla junto a mi.
Vomité
mi alma en cada verso, que te dí
¿¿que te di??

Por conocer a cuantos se marginan
un dia me vi
metido en la heroina
y aun hubo más, menuda pesadilla
crucificado a base de pastillas


Y en la canción "Salir..." explica lo que piensa de la vida:

Para unos, la vida es galopar
un camino empedrado de horas, minutos y segundos.

Yo, más humilde soy,
y sólo quiero
que la ola que surge del último suspiro de un segundo,
me transporte mecido hasta el siguiente".

Pero la recomendación es que escuchéis su música para disfrutar de un buen puñado de letras muy bien escritas.

Báitela, "Zancañeru"!!

(Este es un artículo que me van a publicar en la revista "Plaza Nueva" de la "Asociación Cultural amigos de Ribadesella", que saldrá el próximo mes)

Quería hablar de la xíriga o jerga de los antiguos trabajadores (por no decir semi-esclavos) de las tejeras en los ya pasados siglos. Fabricaban tejas dejándose la vida metidos en el barro de sol a sol en condiciones paupérrimas. Abandonaban durante meses a sus familias, sus casas para ganarse el jornal en condiciones extremas. Y les sobró tiempo para crear una colección de palabras simplemente genial. Consultando tanto la bibliografía tradicional como la electrónica parece un lenguaje estrictamente llanisco, pero ya en nuestra revista tenemos antecedentes de textos (una simpatiquísima entrevista Tarolo-Cuenquín) así como ilustres riosellanos que conocen la xíriga. Y en mi pueblo, en Cuerres quedan varios hablantes que la manejan (también dicen “mascuenciu”) en conversaciones habituales.

Por desgracia, por miseria, fuimos tierra de emigrantes y “teyeros”, de indianos secularmente pobres (parte de mi familia está diseminada por Cuba, México, Argentina…). Los que hoy vivimos bien y ganamos el plato de comida de manera bastante fácil no podemos olvidar los ríos de sudor, sangre, desventura y sufrimiento que esto costó. Y dicen que de bien nacidos…

Finalmente, más que nada, quería escribir este artículo en homenaje a mis “güelos” Eduardo Díaz Cueto y Rita Ruisánchez, a quienes yo conocí como honrados labradores, pero que habían sido “teyeru” y cocinera de tamargos en los años mozos. Y de quienes aprendí más que de muchos catedráticos y doctores de facultad.

Como filólogo me parece de una riqueza inigualable la creación de palabras en esta rica jerga. Más que un vocabulario es un tratado de composición de metáforas. Un verdadero canto poético, de gentes pobres, honradas, golpeadas por la vida, pero que tienen los arrestos suficientes para teñir su húmeda existencia de ironía o de lírica, incluso de mala leche. Y que me suena a verdad, máxime cuando escucho el “asturianu normalizau” que nos quieren vender ciertos políticos y se me revuelve el estómago. Es un lenguaje vivo donde los gabrieles son los garbanzos, que nombra al cura y la iglesia como el ñurriu y la guxara, la luna se dice valencia y las estrellas son valenciana. Llaman al miedo camangu o llercia, tarrau al demonio, gomiazu al beso y torpiantes a los testículos. El corazón es el morranchu o palpiteru y cascosa la botella. Trabajar es machuriar, las orejas son las belardas…

Hace unos años empecé a traducir uno de mis poemas favoritos, el “Poema de amor número 20” de Pablo Neruda a este hermoso lenguaje. Está sin corregir, me imagino que habrá doscientos errores, pero está escrito más como un ejercicio de estilo que otra cosa y con todo el cariño de el mundo a unas gentes que quiero y admiro. Este juego (más que traducción seria) creo que sirve para mostrar la musicalidad y hermosura de la xíriga. Además me recuerda a una historia de amor de hace mucho tiempo. ¿Quién da más?


Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir, por ejemplo: "la noche está estrellada,
Y tiritan, azules, los astros, a lo lejos".
El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.

Puedo escribir los vesos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi alma la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
La misma noche que hace blanquear los m árboles.
Nosotros, los de entonces no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
Y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.
(Pablo Neruda, de la obra: “20 Poemas de amor y una canción desesperada”)



Puedo escribi’l verbeu más gachotu tesca racha
Verbiar, por ejemplu: "la racha é valenciana,
Y tiritan, azules, los astros, a llaezu".
El sápiro de racha torna nel cielu y cancia.

Puedo escribi’l verbeu más gachotu tesca racha.
Miaire quíxola, y a veces llea tamién quíxome.
Nas rachas comu atesca aparósemi ente las caceas.
Gomiéla tantas veces xafu el cielu arangón.

Suaire quíxome, a veces miaire tamién la quería.
Cómu onia enxidiar los sos arangues visantes.
Puedo escribi’l verbeu más gachotu atesca racha.
Balsiar que non la tengo. Aparar que llastió.

Oír la racha arangue, arangona ensin suaire.
Y’l verbeu xafa la volandina comu al zosquín la rosada.
Qu’importa qu’el mio amor non se-y aparara guardala.
La racha é valenciana y llea onia está con miaire.

Atescu é doto. Allaezu alguien cancia. Allaezu.
Mió volandina onia albrita d’habela cerdíu.
Comu pa aparala la mió volandina búscala.
El mió morranchu búscala, y llea non para con miaire.

La misma racha que jaz zulanquiar los mismos ustancios.
Nuestrosaires, los d’entós, non somos los mismos.
Ya miaire ez la enxidia, onia, pero cuántu la enxidié.
Voz de miaire buscaba’l sápiro pa tocar la so verlarda.

D’otru. Será d’otru. Comu anantes de los mios gomiazos.
So voz, el so cuerpu claru. Los sos visantes infinitos.
Ya non la enxidio, onia, pero tal vez la enxidio.
É tan cortu l’amor, y é tan llargu l’olvidu.

Porque nas rachas comu tesca, aparósemi ente las caceas,
Mió volandina non albricia con qu’haiga llastíu.
Enque atescu sea l’últimu machuriu que llea mi apara,
Y atescas sean las últimas verbeas que miaire y escribe.



Bueno, antes de “llastir” me gustaría agradecer los buenos momentos a la gente desinteresada que se dedica a trabajar en este campo, como Emilio Muñoz Valle, Casa Alejo, el periódico “el Oriente de Asturias”, las webs llanesyconcejo.com, orientedeasturias.com, o personalidades del estilo de mi amigo Pablo Ardisana. Y como este artículo termina aquí, la despedida no puede ser de otra manera que: “…Llastición de petes gachos!!”.

16 noviembre 2006

Qué envidia!!!

Acabo de encontrar por casualidad esta página. Te recomiendo que entres si te gusta la poesía o la música.
Me gustó tanto que me dio un "ataque de envidia": en esta bitácora está exactamente lo que yo pretendía hacer, pero con meses o años de trabajo.
 Acabo de leer y escuchar varias versiones de mi "Poema 20" de Neruda (una de ellas de Alex Ubago), o el "Amo el amor de los marineros" cantado por el rey Sabina. También hay cosas de Machado, de Hernández... Debajo de cada poesía puedes escucharla cantada o recitada.

En resumen: Viva la madre que lo parió y enhorabuena a el/los autores.

Era un niño que soñaba

Era un niño que soñaba
un caballo de cartón.
Abrió los ojos el niño
y el caballito no vio.

Con un caballito blanco
el niño volvió a soñar;
y por la crin lo cogía...
¡Ahora no te escaparás!

Apenas lo hubo cogido,
el niño se despertó.
Tenía el puño cerrado.
¡El caballito voló!

Quedóse el niño muy serio
pensando que no es verdad
un caballito soñado.

Y ya no volvió a soñar.

Pero el niño se hizo mozo
y el mozo tuvo un amor,
y a su amada le decía:
¿Tú eres de verdad o no?

Cuando el mozo se hizo viejo
pensaba: Todo es soñar,
y el caballito soñado
y el caballo de verdad.

Y cuando le vino la muerte,
el viejo a su corazón
preguntaba: ¿Tú eres sueño?
¡Quién sabe si despertó!


(Antonio Machado)
(podeis escucharlo cantado en antologiapoeticamultimedia.com)

Tristes guerras

Tristes guerras si no es el amor la empresa,
tristes tristes.

Tristes armas si no son las palabras,
tristes, tristes.

Tristes hombres si no mueren de amor,
tristes, tristes.

Como aquellas tristes tardes de guerra,
tristes, tristes.


(Miguel Hernández)


14 noviembre 2006

Un verano de infarto

Un verano de infarto

De infarto, sin comillas. Esto no es una carta, es un cheque al portador. Un pagaré lleno de fondos de cariño, de agradecimiento. Un talonario del que pueden cobrar tantas personas que nos hemos encontrado este verano.

Aunque parezca una pesadilla, durante dos meses mi familia dejó de pensar en las bobadas del día a día para centrarse en lo importante y luchar porque mi padre pudiera seguir con vida. Sesenta interminables días de hospitales, de uvis, de urgencias. De visitas y salas de espera, de nervios e incluso lágrimas. Incómodos sillones, pasillos vacíos, paciencia y dolor. Pericarditis y bypass. Lo peor que te puede pasar: una dura y complicada enfermedad en alguien que siempre fue muy sano.

En el “veranito 2006” cambié fiestas y sidrina por arritmias y fibrilaciones, por problemas renales, anginas de pecho y bajadas de tensión. En vez de beefeater-cola: trangorex y suero. En vez de toalla y arena, aparatos, tubos y vías. Y cambiamos la música de verbenas por la de máquinas que pitan y parecen anunciar desgracias. Cuidados intensivos, cuidados intermedios y a media pensión, pero bien jodido.

Este artículo solamente lo van a entender quienes vieron un ser querido lleno de tubos y motores reventando de tos o de vómitos en una cama de hospital. O quienes hayan esperado cinco horas mientras operan a corazón abierto. Carreras por los pasillos, lágrimas en la madrugada, firmar “para que abran”. Quienes esperaron solos en un pasillo de hospital silencioso. Lo saben aquellos a quienes les haya sonado el teléfono de madrugada porque su padre se puede estar muriendo en una ambulancia camino de Oviedo. Solo lo entenderán ellos. Esos saben de qué hablo cuando digo gracias.

Gracias a médicos, celadores, electricistas, cirujanos, enfermeros, conductores de ambulancia… Gente que irrumpe ante nuestros ojos cuando la vida te da la patada y te enseña la puerta de atrás. Cuando el destino se empeña en tocar el culo a la señora de la guadaña.

Muy especialmente a la “UVI coronarias” del Hospital Central. Son el equipo del doctor Ponte: un excelente grupo de médicos y de enfermería fabricados de paciencia y cordialidad. Una sonrisa amable cuando más falta hacía. Explicaciones pertinentes, comprensión y siempre buenos resultados: reciben cuerpos casi inertes y devuelven al mundo personas sanas. También al equipo de cirugía cardiaca del doctor Naya, que arregló el genético “siete” coronario que mi padre les planteaba: tan competentes y preparados que te regalan 40 años de vida sólo arrancándote unas venas de una pierna y una arteria del pecho, sembrando tu cuerpo de grapas metálicas. Posiblemente no haga falta hablar de la calidad del servicio cardiológico del Hospital Central de Asturias, su mérito y fama son reconocidos, pero debía repetirlo en este papel. No puedo dejarlo pasar.

Tampoco quiero olvidar el trato excelente de todo el personal del Hospital de Arriondas (tanto el equipo médico como de enfermería y administración). A pesar de los palos que parecen lloverles en estos momentos, a pesar de las carencias en dotaciones y de recursos, de la saturación de trabajo y pacientes. Todo ello lo suplieron con buen trato y amabilidad, en nuestro caso muy especial de los servicios de urgencias, medicina interna, UCA y oftalmología. Y a nuestro médico de cabecera, Fran, que como es del pueblo y accesible, casi nadie sabe que es un genio.

A los profesionales sanitarios la competencia y el trato digno se les exige, pero la humanidad no estaba contratada: se agradece. En el alma y para siempre. Que seáis felices; a mi familia y a mí nos hicisteis un poco mejor la vida.

También gracias a los que preguntaron y a los que no: quienes estaban siempre al teléfono y los que no llamaron por miedo a molestar. Que ese cariño lo recibáis multiplicado. Tantos amigos como demostraron estar ahí a las duras. También un abrazo para los compañeros de hospital, familias entrañables, amigos para siempre unidos en las dificultades.

Al final todo lo das por bueno al saber que tu padre salvó la vida, que ya está bien y que todavía quedan en el mundo personas maravillosas. Esos que sólo parecen existir en los cuentos infantiles pero que están ahí, viven entre nosotros. Gente buena con quienes siempre estaremos en deuda.

Porque un día disteis color a mi tristeza con una sonrisa afable y unas palabras de esperanza: en nombre de mi familia, a todos vosotros…. Se os quiere!!!


(artículo que me publicó "el Comercio" el mes pasado)

13 noviembre 2006

Negra Sombra

Maravilla de poema en gallego de Rosalía, la canción de Luz Casal o Nuberu casi mejor.

Cando penso que te fuches,
negra sombra que me asombras,
ó pé dos meus cabezales
tornas facéndome mofa.

Cando maxino que es ida,
no mesmo sol te me amostras,
i eres a estrela que brila,
i eres o vento que zoa.

Si cantan, es ti que cantas,
si choran, es ti que choras,
i es o marmurio do río
i es a noite i es a aurora.

En todo estás e ti es todo,
pra min i en min mesma moras,
nin me deixarás ti nunca,
sombra que sempre me asombras.

(Rosalía de Castro, "Folhas Novas", 1880)

A un olmo seco

Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo,
algunas hojas verdes le han salido.

¡El olmo centenario en la colina
que lame el Duero! Un musgo amarillento
le mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.

No será, cual los álamos cantores
que guardan el camino y la ribera,
habitado de pardos ruiseñores.

Ejército de hormigas en hilera
va trepando por él, y en sus entrañas
urden sus telas grises las arañas.

Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que rojo en el hogar, mañana,
ardas de alguna mísera caseta,
al borde de un camino;
antes que te descuaje un torbellino
y tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el río hasta la mar te empuje
por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.

Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.

(Antonio Machado, poema CXV, Soria 1912)

Escríbeme

Podéis dejar aquí vuestros comentarios, proposiciones, preguntas, quejas... NO valen insultos.

Desde mi terraza

Ya les he contado alguna vez, creo, lo mucho que me gusta sentarme en la terraza de un bar, a ver pasar la vida.

Las terra­zas de los bares son oje­adero clave, atalaya im­prescindible a la hora de mirar despacio, sin prisa,intentando desentrañar los porqués de las cosas y de las gentes. Cada cual se lo monta como puede, y algunos de nosotros necesitarnos esas treguas de la vida. Así que procuro utilizarlas. Algunas de mis terrazas son apostaderos fijos, lugares conocidos adonde me encamino sin meditarlo siquiera; y otras veces sitios nuevos, de los que me apresuro a tomar gozosa posesión. Entonces abro un abro, pido un café o un jerez, y leo un rato levantando la cabeza entre página y página. Alguien que pasa, un modo de andar, una mirada, un gesto, unos zapatos, una sonrisa, pueden cobrar de pronto significados apa­sionantes y reclamar su propia historia, real o ima­ginada, estableciéndose misteriosos lazos entre lo que lees y lo que ocurre ante tus ojos.

En ésas estaba el otro día, en un puerto del sur, recién desembarcado de un mar sin viento que se fundía con el cielo cubierto de nubes. Un mar quieto, denso y gris como el mercurio, con algunas gaviotas planeando sobre los pesqueros abarloados en el muelle. Releía el primer tomo de El cuarteto de Alejandría, de Durrell, reflexionando sobre el modo tan curioso en que cambia un libro cuando lo lees de nuevo, diez o quince años después –aun­que tal vez quien cambia no sea el libro, sino tú—. Pasaba las páginas de Justine, les decía, cuando enfrente se detuvo una pareja. Eran muy jóvenes,con aspecto de estudiantes. A él le calculé dieciocho o diecinueve años. Ella era sólo un poco más joven, y muy guapa, con tejanos y piernas largas.

Parecían discutir, molestos por algo, y cuanto más sonreía él más enfadada parecía ella. De pronto él hizo un gesto para besarla, y ella apartó la cara, alejándose con brusquedad.

La palmaste, compañero, pensé para mis aden­tros. Pero me equivocaba. Oí cómo el chico la lla­maba: Marisa, Isa o algo parecido. Entonces ella se detuvo a los pocos pasos, se volvió, y no sé lo que le vería en la cara; pero caminó de nuevo hasta él, y se abrazaron, y empezaron a besarse con tanto apasionamiento como si fueran a comerse los higa­dillos. Y él retrocedió hasta apoyar la espalda en la pared, y ella lo empujaba sin dejar de besarlo, y se dieron doscientos besos en minuto y medio, o a lo mejor fue sólo un beso desaforado y magnífico que duró minuto y medio, vaya usted a saber. Y dejé al amigo Durrell sobre la mesa y me los quedé mi­rando francamente, sin reparo alguno, fascinado por la maravillosa escena. Y una señora que estaba con su marido en la mesa de al lado, interpretando mal mi mirada, se volvió hacia mí, y comentó "qué poca vergüenza", creyéndome tan escandali­zado como ella de los mordiscos que se atizaban los jovencitos. Y entonces solté una carcajada que la dejó, me parece, un poco perpleja; y me estuve riendo así, en voz alta, un poco más todavía, sin poderme aguantar aquella alegría insolente y vital que me sacudía el cuerpo, mirando a los jóvenes que seguían a lo suyo. Me habría levantado en ese momento para ir a darles, a mí vez, un beso a cada uno, de no tener la certeza de que iban a entender­me mal. Así que me quedé sentado, claro, viendocómo por fin se iban agarrados el uno al otro por la cintura, besándose todavía de vez en cuando. Y les dediqué un largo sorbo de Tío Pepe. A tu salud, Isa, Marisa o como te llames, pensé. Porque un día dejaréis de besaros, o besaréis a otros, o ya no os besará na­die, y seréis imbéciles de corazón seco como aquí, mi vecina la beata Gregoria. O tal vez os rompáis la crisma en una carretera, o se os lleve un cáncer a los cuarenta, o a lo mejor no. Y la vida, que es muy hija de puta, os traerá de aquí para allá, y os dará unas cosas y os quitará otras, y vete tú a saber. Pero lo que nadie podrá quitaros es que esta maña­na gris la habéis pintado de calor, y de ternura, y de ganas de comeros el alma el uno al otro. Y ese momento, vive Dios, ha sucedido y ya no os lo podrá arrebatar nadie, nunca. Y cada día, cada hora en que aún podáis besaros así, antes de que llegue cualquiera de los miles de finales que os aguardan, es una victoria arrebatada al azar absurdo de la muerte y de la vida.

Así que anda y que te jodan, vida, me dije Y aún sonreía cuando abrí de nuevo Justine y seguí leyendo.

(artículo de Arturo Pérez-Reverte)

Amor se llama el juego

El agua apaga el fuego y al ardor los años
amor se llama el juego
en el que un par de ciegos
juegan a hacerse daño

Y cada vez peor
y cada vez más rotos
y cada vez más tú
y cada vez más yo
sin rastro de nosotros.

(Joaquin Sabina, "Amor se llama el juego")

La Marioneta

Esta pobre “marioneta de Trapo”

Hace tiempo, una buena amiga me soltó el mayor piropo que puede escuchar un hombre: me dijo que cuando leía el poema “La Marioneta” se acordaba de mí. Habla de una triste marioneta, de un pobre muñeco de trapos que se da cuenta de que no tiene corazón. El poema apócrifo que empieza diciendo: “Si por un instante Dios se olvidara de que soy una marioneta de trapo y me regalara un trozo de vida...”, es un texto precioso y habla de dar valor a las pequeñas cosas de la vida, invita a pensar antes de actuar, a soñar y dormir.

Este muñeco recomienda escribir nuestros odios sobre el hielo y esperar a que salga el sol. Sabe que no tiene corazón. Que no tiene ni un trozo de vida, pero riega las rosas con lágrimas y suplica recordar a la gente que la quieres: pues no dejas de amar al hacerte viejo, sino que envejeces cuando dejas de amar. Y que morir no es la vejez sino el olvido. Por eso mucha gente no morirá nunca y otros ya en vida son pobres guiñapos: espantajos sin alma llenos de remiendos.

Pues bien, esto no es un artículo, es un cheque al portador. Que pueden cobrar tantas y tantas personas a las que quiero pero a quienes no se lo demuestro. O por lo menos no tanto como debería. De este a veces viejo monigote que olvida que tiene dos orejas y una boca para escuchar el doble de lo que se habla. Los gitanos y el hielo. La magia. Un muñeco de trapo. Esta marioneta de tela. Rota, gastada en las costuras. Cuando notas que empiezas a estar gastado y que algunas costuras se pueden romper: recuerdo que alguien se acuerda de mí con el viejo poema. Que sabe que soy el muñeco de tela.)

La felicidad no es llegar a la cima de la montaña, sino en la forma de subir la escarpada. Andar ese camino con alguien como tú, querida Cristina. Cuando me pienso en de ti o en la gente que quiere sin esperar nada a cambio, recuerdo el caminante de Machado, me vienen a la cabeza los besos y versos de Neruda que explican todo lo que callas. Tensan las costuras cuando se me hincha el alma. Incluso pido para vosotros –como Borges– que exista el cielo, aunque mi destino sea el infierno. Gracias a vosotros creo en el milagro de la vida que decía Einstein.

Y no sólo os encuentro en libros o poemas: sois el marcapáginas que me acompaña en cada aventura, en cada historia, en las vidas que visito. Estáis a mano siempre, escondidos en cada renglón, marcando cada página de mi vida. Sois la sonrisa repetida de un corazón tan fácil, de un enamorado del amor. Que sólo sabe repartir besos para matar la soledad.

Y al final cuando la vida, que no es más que un crío a veces cruel, dulce o caprichoso rompa esta pobre marioneta.... Cuando llegue el día en que Dios guarde en la maleta a este inocente juguete de retales... quiero que quede el recuerdo, que os quise mucho. A la hora del beso más difícil: del último, estos harapos se convertirán en polvo al viento, pero polvo enamorado. De vosotros.

Y en ese momento, cuando cierre los ojos por última vez, espero que gracias a esta modesta, a este pobre monigote, a este principito de cartón que llora, descubráis que os engañaban, que los locos eran los cuerdos, y que al final tenía razón el Quijote: son verdad los sueños y donde algunos ven vulgares molinos de viento lo que hay son formidables gigantes.

(artículo que me publicó "El Comercio" hace unos meses)

Soneto para alumnos

Al trabajar el tema de la poesía, me sorprendió que el poema que más gustó a los de Lengua (1º y 2º) es el soneto que empieza el disco de Sabina "Nos sobran los motivos". Me alegro:

Este adiós no maquilla un hasta luego
Este nunca no esconde un ojalá
Estas cenizas no juegan con fuego
Este ciego no mira para atrás

Este notario firma lo que escribo
Esta letra no la protestaré
Ahórrate el acuse de recibo
Estas vísperas son las de después

A este ruido tan huérfano de padre
No voy a permitirle que taladre
Un corazón podrido de latir

Este pez ya no muere por tu boca
Este loco se va con otra loca

Estos ojos no lloran más por ti


(Joaquin Sabina)