Esto que tienes delante de las narices estaba pensado para mis clases. Pero una vez que empecé acabará siendo para 3 personas: para mí (el burro delante), para ti y para mis alumnos (...esos viuda e Hijos). Bueno, no os suelto más rollo, ahí van unos textos que espero os gusten:

13 noviembre 2006

La Marioneta

Esta pobre “marioneta de Trapo”

Hace tiempo, una buena amiga me soltó el mayor piropo que puede escuchar un hombre: me dijo que cuando leía el poema “La Marioneta” se acordaba de mí. Habla de una triste marioneta, de un pobre muñeco de trapos que se da cuenta de que no tiene corazón. El poema apócrifo que empieza diciendo: “Si por un instante Dios se olvidara de que soy una marioneta de trapo y me regalara un trozo de vida...”, es un texto precioso y habla de dar valor a las pequeñas cosas de la vida, invita a pensar antes de actuar, a soñar y dormir.

Este muñeco recomienda escribir nuestros odios sobre el hielo y esperar a que salga el sol. Sabe que no tiene corazón. Que no tiene ni un trozo de vida, pero riega las rosas con lágrimas y suplica recordar a la gente que la quieres: pues no dejas de amar al hacerte viejo, sino que envejeces cuando dejas de amar. Y que morir no es la vejez sino el olvido. Por eso mucha gente no morirá nunca y otros ya en vida son pobres guiñapos: espantajos sin alma llenos de remiendos.

Pues bien, esto no es un artículo, es un cheque al portador. Que pueden cobrar tantas y tantas personas a las que quiero pero a quienes no se lo demuestro. O por lo menos no tanto como debería. De este a veces viejo monigote que olvida que tiene dos orejas y una boca para escuchar el doble de lo que se habla. Los gitanos y el hielo. La magia. Un muñeco de trapo. Esta marioneta de tela. Rota, gastada en las costuras. Cuando notas que empiezas a estar gastado y que algunas costuras se pueden romper: recuerdo que alguien se acuerda de mí con el viejo poema. Que sabe que soy el muñeco de tela.)

La felicidad no es llegar a la cima de la montaña, sino en la forma de subir la escarpada. Andar ese camino con alguien como tú, querida Cristina. Cuando me pienso en de ti o en la gente que quiere sin esperar nada a cambio, recuerdo el caminante de Machado, me vienen a la cabeza los besos y versos de Neruda que explican todo lo que callas. Tensan las costuras cuando se me hincha el alma. Incluso pido para vosotros –como Borges– que exista el cielo, aunque mi destino sea el infierno. Gracias a vosotros creo en el milagro de la vida que decía Einstein.

Y no sólo os encuentro en libros o poemas: sois el marcapáginas que me acompaña en cada aventura, en cada historia, en las vidas que visito. Estáis a mano siempre, escondidos en cada renglón, marcando cada página de mi vida. Sois la sonrisa repetida de un corazón tan fácil, de un enamorado del amor. Que sólo sabe repartir besos para matar la soledad.

Y al final cuando la vida, que no es más que un crío a veces cruel, dulce o caprichoso rompa esta pobre marioneta.... Cuando llegue el día en que Dios guarde en la maleta a este inocente juguete de retales... quiero que quede el recuerdo, que os quise mucho. A la hora del beso más difícil: del último, estos harapos se convertirán en polvo al viento, pero polvo enamorado. De vosotros.

Y en ese momento, cuando cierre los ojos por última vez, espero que gracias a esta modesta, a este pobre monigote, a este principito de cartón que llora, descubráis que os engañaban, que los locos eran los cuerdos, y que al final tenía razón el Quijote: son verdad los sueños y donde algunos ven vulgares molinos de viento lo que hay son formidables gigantes.

(artículo que me publicó "El Comercio" hace unos meses)

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